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Foto del escritorJavier Barreto

La emoción aplicada al conocimiento, aumenta el valor comercial e intelectual de la empresa

Todo el mundo habla de la era de las comunicaciones, pero muchos no se conectan entre sí. ¡Paradojas de la comunicación! Al parecer, todos estamos comunicados e interconectados a través de fibras digitales y bandas anchas… Pero en su empresa, ¿Cuál es la conexión real entre las personas y la misión de la organización?, ¿Se comunican eficazmente los gerentes y supervisores y colaboradores?

En la actualidad, muchas personas laboran como los personajes robotizados de George Orwell: sólo se limitan a un trabajo monótono, sin entusiasmo, en medio de una atmósfera gris, repleta de papeles y sin libertad para comunicarse. Ellos sólo conocen su trabajo administrativo y no el negocio como un todo. No les interesa y desconocen en absoluto la misión y visión de su empresa.

Según Kevin Thomson, el capital emocional y el uso de emoción aplicada al conocimiento, transforma el valor intelectual de una empresa en capital financiero. Es decir, las competencias de una persona junto a su pasión y compromiso aplicadas a su empresa, da como resultado un incremento del capital financiero.


Para Thomson, este capital emocional no se educa, sino que se hace escuchando bien a las personas.

Para el experto, lo que se puede cambiar en una organización son el clima organizacional, lo que se dice y lo que se hace. Por ello, el equilibrio entre las emociones y el conocimiento, es tan determinante para el futuro de la empresa.

Hoy una gestión efectiva de recursos humanos permite alinear las necesidades de sus trabajadores con los objetivos estratégicos de la compañía. Una estrategia de comunicación agresiva, abierta y una política de recursos humanos orientada al desarrollo de las personas, puede transformar a estos empleados grises en personas llenas de vida, pasión y color; en definitiva, en socios para su negocio.

Para ello, la plana ejecutiva debe mantener un clima laboral altamente energizado y en donde los directivos aprendan a desarrollar su capacidad de escuchar y la empatía. Es aquí, en este preciso instante, cuando las personas comienzan a entender y asimilar recién la importancia de su rol dentro de la compañía.

Aquí está la clave: cuando el directivo apela a sus emociones y se comunica efectivamente con el trabajador, se produce la empatía y el ali-neamiento.

Con una comunicación cercana, cara a cara, y con liderazgo, los empleados podrán sentirse parte de la empresa, y de este modo, y casi mágicamente, su empresa empezará a ser más productiva y competitiva.

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